Allá por los años 90, se comenzaron a seleccionar embriones
mediante el diagnóstico genético preimplantacional(DGP) en aquellas parejas
que tenían un alto riesgo de transmitir anomalías genéticas a sus hijos. Esto
causó un gran revuelo, pues se asoció este proceso con la eugenesia, abriéndose
un profundo debate ético-moral sobre el tema.
A día de hoy, se ha dado una vuelta de tuerca y hemos pasado
de la selección de embriones a la edición genética directa de estos. Esta
edición es posible gracias al novedoso sistema CRISPR/Cas, que reconoce
secuencias específicas del genoma y las corta. Por tanto, un gen de interés que
produzca una enfermedad concreta se puede utilizar como diana de CRISPR/Cas,
editando de forma sencilla dicho gen, ya sea agregando, interrumpiendo o
cambiando las secuencias.
Esta moderna técnica y su aplicación para editar ciertos
genes en embriones y células germinales, ha desatado ciertas dudas y recelos
entre miembros de la comunidad científica. De hecho el pasado 4 de diciembre,
el diario El Mundo publicaba una
noticia en la que se exponía que científicos internacionales reunidos en
Washington (EEUU) habían pedido una moratoria para cualquier estudio científico
que implicase cambios en el genoma humano mediante la técnica CRISPR/Cas.
Esta técnica además de introducir cambios en el embrión en
cuestión, provocaría la transmisión de
estos cambios a la descendencia, y al ser una técnica novedosa no se sabe aún
qué repercusiones puede tener en futuras generaciones. Y ya no sólo la
repercusión futura, sino que esta técnica no está aún refinada y por ello sus
efectos en el embrión son impredecibles.
Es por todo esto que miembros de la Academia Nacional de Ciencias y
el Instituto de Medicina de EEUU, la Royal Society londinense y la
Academia China de las Ciencias se han reunido en la misma mesa para llegar a un
consenso sobre el uso de esta técnica. La representación por parte de los
científicos chinos tiene un papel relevante, pues son los primeros que han
probado esta técnica en embriones humanos no viables. Los resultados del ensayo
no fueron óptimos pues encontraron graves obstáculos en la investigación, ya
que aunque en algunos embriones obtuvieron los resultados esperados, tras un
análisis genético de estos vieron que había multitud de genes mutados de forma
inespecífica. La baja eficiencia de la técnica, sumada a las devastadoras
consecuencias que podría conllevar la edición de embriones, ha sido lo que ha
llevado a la petición de la moratoria por parte de los científicos.
Tras la reunión han declarado que
“sería irresponsable usar CRISPR para editar genes humanos mientras no se
conozca bien su seguridad y exista suficiente consenso internacional”. Por otro
lado, el genetista de Harvard George Church considera que “una prohibición
total no tendría sentido y propiciaría una especie de investigación a la sombra
en laboratorios clandestinos”.
Como dice este genetista una
prohibición sería absurda, a mi parecer lo que habría que llevar a cabo son
controles exhaustivos de las investigaciones y sobre todo de que los usos sean únicamente terapéuticos. La prohibición
no sería viable porque el desconocimiento principalmente es lo que lleva a
controversia del uso de la técnica, por
lo que una investigación controlada dentro de unos límites, podría llevar al
refinamiento de ésta, despejando así las
dudas que va dejando a su paso.
Además de los beneficios que conllevaría
en el individuo la ausencia de una enfermedad monogénica concreta (causadas por
la alteración de un solo gen; ej:Hungtington), se necesitarían menos embriones
que para la selección de estos mediante DGP, ya que si se obtiene un embrión
con una alteración monogénica se aplicaría la tecnología de CRISPR y se
solucionaría el defecto génico. De esta forma se evitaría tener que utilizar
los embriones sobrantes de un DGP para otros fines.
A mi juicio, si esta técnica se
refinase podrían llegarse a tratar enfermedades que afectan a más de un gen
(siempre y cuando el número sea bajo) como algún tipo de cáncer, utilizando
varios sistemas CRISPR que reconociesen a genes diferentes. No obstante, esto
va a ser complicado pues ya la eficiencia de la técnica es muy baja y habría
que estudiar también si pudiesen existir interferencias entre diferentes
sistemas CRISPR. De lo que sí estoy segura, es que habría que obtener una
eficiencia del 100%(o cercana) en el uso de la técnica, pues estamos hablando
de alteraciones a nivel genético y un fallo en la técnica podría tener efectos
nefastos en el individuo y sobre todo en generaciones futuras.
Ante todo habría que evitar el uso
irresponsable y promover el uso sólo terapéutico, pues si ya la selección de
embriones para tener ‘bebés a la carta’ es frívolo, editar genes para obtener
embriones con ciertos rasgos físicos me parece inconcebible.
No obstante está técnica ofrece
esperanzas futuras a la terapia génica desde un estadio embrionario, a pesar de
que su incertidumbre, su baja efectividad y su contundente controversia nuble
los beneficios que pueda traer consigo en un futuro próximo.